martes, 11 de marzo de 2014

Las Mil Casas - Donde habita el olvido

Barrio Las Mil casas
Donde habita el olvido

Fue declarado de Interés Municipal de la ciudad. Sin embargo hoy sólo una placa lo recuerda. Sus vecinos son quienes lo salvan del deterioro y el olvido.
El barrio debe su nombre a un mito, construido por los propios habitantes de la naciente Tolosa en 1882. El ambicioso proyecto del aristócrata porteño Juan de la Barra, financiado por el Banco Hipotecario, sacudió la tranquilidad de los vecinos. El complejo de viviendas, delimitado entre las calles 3 y 4 de 522 a 524 y  destinado a los futuros trabajadores que tendrían los talleres del Ferrocarril del Oeste, era toda una novedad arquitectónica para la época. Ramón Tarruella en su libro “Mitos y Leyendas de La Plata: Breves Historias Urbanas” explica que el diseño interno del barrio, donde las casas se comunicaban entre sí a través de pasillos, daba la impresión de ser más de las 216 viviendas que se construyeron. Así nació el nombre Mil Casas. Los vecinos, que vieron con recelo la iniciativa, no sabían que estaban  siendo testigos del primer barrio obrero de Latinoamérica.
Omar, actual residente e hijo de una de las familias originales de ferroviarios, rememora las anécdotas que le contaba su madre por quien heredó el amor por el lugar. “Yo todavía recuerdo la farola de calle en la vereda de mi casa, que iluminaba toda la cuadra. La reja que se abría a las 7 de la mañana y se cerraba a las 10 de la noche, con el molinete de paso donde jugábamos con el guardia de calle permanente. Todo eso pasó, lo viví yo, no me lo contó nadie”.
El traslado de los talleres del Ferrocarril a Liniers en 1905 marcó el final de un sueño. El éxodo de los trabajadores dio pie a un sinnúmero de rumores que hablaban de apariciones y fantasmas. Se creía que el lugar había sido construido sobre un cementerio indio, y los espíritus de los muertos acosaban a los habitantes del barrio.
“Mientras en Tolosa se multiplicaban las leyendas, en Buenos Aires las cuentas del matrimonio no cerraban. El crédito, que aún no se había terminado de pagar, fue una cuenta pendiente que Emma de la Barra, viuda desde 1904, no pudo saldar a pesar de sus intentos. El Hipotecario decidió, en 1910, rematar la construcción de las Mil Casas”, narra Tarruella.
Pasado los años, inmigrantes árabes y turcos, volvieron a ocupar el complejo deshabitado. Los tolosanos endilgaban cualquier incidente de robo o violencia a estos nuevos vecinos. Los comentarios afirmaban  que allí solo vivían navajeros, delincuentes y prostitutas.
En 1999 la UNESCO nominó a las Mil Casas como “Patrimonio Cultural de la Humanidad”, eso motivó que la Municipalidad lo nombre de Interés Municipal. “Quienes declararon patrimonio histórico al barrio, fueron los mismos que lo descuidaron” dice Omar, con su voz entrecortada. Poco queda de las fachadas originales. Incluso se han colocado farolas y reemplazado veredas, que no guardan relación con la estética original. “Esto que ven aquí hoy, es un cúmulo de malas decisiones. Jamás se consultó un arquitecto para ver de qué manera podía preservarse este barrio”.
El trabajo de Omar, así como del resto de los vecinos ha sido y es, un ejercicio del recuerdo. La lucha del hombre contra el olvido de una época pasada, por un barrio que fue testigo mudo de centenares de historias. Historias que piden a gritos ser contadas.




               
               


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